Me desperté distinta

​Un día me desperté distinta y me dí cuenta de muchas cosas:  

Casi siempre suelto por dolor, por más que sepa con el alma que dejar ir es sabio, lo leo y lo escribo, pero soy demasiado humana y me contradigo bastante. 

Leo cientos de libros que hablan de espiritualidad pero a menudo tropiezo con las mismas piedras.

 Si, tengo que ver mis sombras, ¿sino de qué modo aprendería?

 En cierta forma me hice amiga de ellas, no íntimas claro, pero sé que vienen a enseñarme; ahora sé que aunque mis lágrimas sean demasiado saladas, cada una valió la pena para crecer.

Aprendí a respetarme, a sentir mi cuerpo cuando me habla, a veces me grita y se enferma, sólo para que de alguna manera pueda ver lo que me está pasando.

También aprendí a respetar el camino del otro, darle libertad de ser quien es y no por eso dejar de amarlo, aún a la distancia, con los mejores recuerdos.

 Una vez leí sobre la importancia de quedarse quieto, no hacer, es hacer, dejar que el tiempo sane las heridas, que la vida, tal como el hermoso mar al que siempre anhelo volver, fluya, se lleve y traiga. Los seres humanos somos demasiado complejos y me incluyo, herimos sin darnos cuenta y a la vez amamos con intensidad. También aprendí a quererme, aunque suene trillado y entender que soy una aprendiz de la vida y lo seré siempre. Quererme encierra muchas cosas, es aceptarme tal cual soy, dejar de buscar maestros con tanto ahínco y escuchar mis propias experiencias, a buscar lugares sagrados para descansar, aunque más no sea mi casa y con eso alcanza; a encenderme por dentro, como si fuera el sol, pero en mi propio cielo, a valorar a cada persona que pasa por mi vida, porque tenía que ser así y no de otra forma. 

 Lo que más me costó es aprender a no golpear puertas equivocadas, sabiendo que del otro lado volvería a repetir experiencias. Pero golpeé bastantes de ellas hasta que al fin descubrí que deben permanecer cerradas, aunque siempre estén; aquel no es mi camino. Eso…mi camino, andar por este mundo deseando que las estrellas sigan siendo mi techo, la madre tierra el ritual alquímico de mi existencia, tener prudencia en mis palabras, hacer en concordancia con lo que siento y fortaleza para aceptar todo lo que la vida me enseña.

Del muro facebook «Diario de una bruja»

Compartido por Psico-Salud

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