
En estos tiempos de rescilencia mundial, obligados de retirarnos de lo habitual y de la libertad absoluta, comenzamos a percibir. La vida es sútil, el amor existe, el universo sabe de nosotros y lo que estamos pasando.
Hay momentos en los cuales no sientes miedo por absoluto, se desvanecen y no sabes la razón. Esta tranquilidad surge junto con una conformidad de los hechos, donde no existe la angustia hacia el futuro o las quejas del presente, o el impulso de querer controlar, explicar, modificar o perdonar. La vida te parece simple, que te trata bien y tú mismo eres lo suficientemente bueno para felicitarte y agradecer a la realidad tal como es.
La imagen de un enemigo desaparece, un enemigo que has definido mentalmente como una amenaza y lo estás combatiendo. Este fantasma que nace de tu imaginación y quieres controlarlo, hacerlo desaparecer, enfrentarlo o escaparte, no existe más en tu visión o interpretación. Y por su ausencia te relajas.
Por estar contento en este relajamiento no existe más el miedo de perder, de fracasar o morir, ni la necesidad de discutir, proponer o luchar.
Tal vez un gesto de aprobación o una palabra benevolente, una acción con suceso o simplemente te encuentras disfrutando, una satisfacción emocional, estar conforme con quien eres y que has vivido.
Allá tu mente ya no produce más el cuestionamiento, mientras que permites que suceda tu proceso y observas como tu alma está en equilibrio, sintiéndote completo, en paz o amado.
Pintura y texto realizados por:
Amanda Strätker