Mejor que perdonar 𝕖𝕤 𝕤𝕒𝕟𝕒𝕣 𝕝𝕒 𝕚𝕞𝕒𝕘𝕚𝕟𝕒𝕣𝕚𝕒 𝕙𝕖𝕣𝕚𝕕𝕒 que el imaginario agravio abrió en el herido ego, del aparente yo.